Ponte el moño apretao, sirena, que se joda el viento. Rompe las horquillas de espuma y déjame que te remache sonrisas de hierro, de esas que disipan las brumas, que sé que entre los males nos lloverán cristales, yo iré descalzo y tú desnuda al son del amor del ronco tambor que toque la luna.

Vamos a trepar a la copa de éste sol de enero y a hacer un nido en su ramaje, y allí reírnos viendo como a cada minutero se lo devora el oleaje, y cuando entre mis brazos resuenen cañonazos yo iré perdido entre tus dunas, dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas.


Coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo, por si vuelve la ventolera, y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo, deja volar tu cabellera, que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras nos cogerán frente con frente y codo con codo, cada vez más solos, rodeados de gente.
